Al celular no le gusta el agua. Es más, se puede decir que es la criptonita de los smartphones y teléfonos móviles. En algún momento podemos frecuentar lugares en dónde abunde el líquido vital: el mar, piscinas, lagos, ríos y por tanto es posible que tengamos algún inconveniente. Hay celulares muy sensibles a la humedad y otros que pueden sobrevivir perfectamente incluso a inmersiones totales e involuntarias.
Aún son pocos los modelos de celular con carcasas resistentes no solo a salpicones de agua sino también a chapuzones casuales (Panasonic Eluga o Motorola Defy Pro). Hay un par de indicaciones que parecen básicas y obvias pero igual las menciono: el celular tiene más posibilidades de sobrevivir si se tiene el menor tiempo posible dentro del agua, dado que las probabilidades de restaurar el correcto funcionamiento es inversamente proporcional a los segundos/minutos pasados en contacto con el líquido. Segundo: si está apagado dejarlo así. Si está prendido, se debe apagar.
No hay que pensar que por sumergirlo en el agua debe ocurrir una explosión o una “fritura” del celular como se ve en algunos videos.
Apenas ocurrido el contacto con el agua, es necesario abrir la tapa trasera y extraer la batería, la simcard, microSD y todo aquello que se pueda quitar, obviamente sin romper la estructura. Luego, si cayó en agua de mar, hay que considerar la opción de realizar (paradójicamente) un segundo remojón con agua destilada o dulce para quitar la sal. Después se puede continuar con el procedimiento en caso de contacto con agua no salada: el secado.
Se deben evitar métodos torpes como el que destruyó aquel Samsung Galaxy S3 en un intento de secarlo en un microondas. Hay que evitar también el secador de cabello (o puede usarse pero sin aire caliente) pero debemos agitarlo para lograr que salga hasta la última posible gota. Para secar es mejor usar paños absorbentes y/o si queremos asegurarnos de realizar un buen trabajo, sumergir el celular por dos o tres días en un saco o recipiente con arroz o gel de sílice, dos sustancias con altas propiedades absorbentes.
Cada cierto tiempo es recomendable agitarlo por si hay alguna gota que pueda salir para luego devolverlo al saco o recipiente.
Finalmente, luego de ensamblarlo, podemos encenderlo para ver como se porta. Obviamente, el procedimiento descrito arriba no sirve para teléfonos con carcasa unibody y con batería no extraíble por el usuario, como iPhone o Nokia N9. En estos casos es aconsejable utilizar un secador de cabello y soplar aire (frío) en los agujeros del celular, pero el resultado será menos exitoso. iPhone, además, cuenta con un sensor de humedad que nos puede delatar en caso de que queramos recurrir a la garantía.